Economía
Eduardo Sarmiento analiza el fracaso de la economía colombiana.
Teoría del crecimiento y la distribución para una nueva era, del economista y consultor Eduardo Sarmiento Palacio, es una obra en la que el autor critica de manera directa a la ciencia social, que por más de 200 años no ha encontrado teorías comprensivas y efectivas sobre la distribución del ingreso y el crecimiento económico de nuestro país.
ECONOMÍA | Nación. A las seis de la tarde del martes 18 de febrero, en la Academia Colombiana de Ciencias Económicas de Bogotá, se llevará a cabo la presentación oficial del libro Teoría del crecimiento y la distribución para una nueva era, publicado por la Editorial Escuela Colombiana de Ingeniería.
La obra del ingeniero civil de la Universidad Nacional de Colombia, Ph.D. en Economía de la Universidad de Minnesota y director del Centro de Estudios Económicos de la Escuela Colombiana de Ingeniería Julio Garavito, Eduardo Sarmiento Palacio, ilustra ampliamente cómo el proceso de desarrollo favorable de la economía colombiana en los últimos años ha llegado a su fin y el hecho de que muchos de los paradigmas redentores que se exponen desde hace más de medio siglo no se estén cumpliendo en el mundo real.
“En este libro sostengo que buena parte de la explicación de la debacle de la economía está en que la teoría se basa en concepciones idealistas de lo que los economistas quisieran que fuera esta ciencia y no de lo que es en realidad”, dice Sarmiento Palacio.
En efecto, en once capítulos de continuo análisis, el autor llama nuevamente la atención sobre este tema que ya había comenzado a exponer en su libro Distribución del ingreso con crecimiento es posible, lanzado hace cuatro años por la misma editorial.
En su obra reciente Teoría del crecimiento y la distribución para una nueva era, de 453 páginas, Sarmiento Palacio actualiza conceptos, incorpora ideas y evidencias sobre teorías económicas idílicas que llevan a países como Colombia a desestimar el hecho de que “este es un sistema complejo, en desequilibrio, en desorden, e incluso en caos, que desde ningún punto de vista debe ser analizado como ordenado, en donde las personas se mueven dentro de un marco de equilibrio y disposición, porque no corresponde a la realidad y lleva a los gobiernos a tomar decisiones equivocadas sobre la economía del país”, dice el autor.
“En cuanto al equilibrio, sostengo que los grandes pensadores económicos se basaron en una concepción que, en cierta manera, proviene de la física, que dice que cuando a usted lo perturban, se generan fuerzas que lo vuelven a donde estaba”, explica. Y agrega: “Sin embargo, en economía, cuando usted tiene perturbaciones se generan fuerzas que tienden a mantenerse e incluso a agrandarse, de manera que esa concepción de equilibrio, que yo defino en términos de sistemas de igual número de variables y ecuaciones económicas, da lugar a un mundo irreal; así los resultados son diferentes a los previstos”.
Asegura, además, que la ciencia económica ha fallado en su apreciación, tanto del crecimiento como de la distribución del ingreso, porque ha levantado premisas que no tienen suficientes fundamentos científicos válidos. “Son teorías que, de cierta manera, resultan ser suposiciones que no han sido confirmadas con la realidad y no tienen suficiente base científica”.
Sobre estas bases el autor avanza en propuestas concretas para elevar el crecimiento, extenderlo a los sectores menos afortunados y reducir las enormes diferencias de ingresos de la sociedad colombiana.
Las recomendaciones
Según el analista, para que una economía crezca con justicia social y equidad, se puede optar por tres fórmulas. La primera, una estructura económica compleja de alta productividad del trabajo, que reduzca las diferencias con los países que van adelante. La segunda, un desarrollo industrial que hale toda la economía, sustentado por un alto ahorro y una alta capitalización. “De esta manera conseguiríamos mover rápidamente la economía y generar empleo”, advierte.
La tercera, una política social que garantice que los sectores menos favorecidos reciban un porcentaje de la tributación igual a su participación en la población. Así, el 40 % más pobre de la población, en lugar de recibir en este momento 2 o 3 % del ingreso nacional por estas transferencias, obtendría entre el 8 y el 9 %.
Y es que, aunque parece que con cada libro suyo se resuelve infinidad de dudas para el desarrollo económico del país, muchas de sus hipótesis han sido desconocidas al ritmo de la desaceleración de la economía.
“Hace 30 años, con base en estos estudios, anticipé que, como estaba siendo programada, la apertura económica era equivocada y que en lugar de proyectarnos al desarrollo nos iba a frenar y a hacer retroceder. Hoy en día se puede comprobar que esa apertura económica redujo la industrialización, la productividad del trabajo y terminó con un déficit de la balanza de pagos cuantiosísimo que impide el crecimiento económico, del que también dependen los salarios”, dice Sarmiento Palacio.
La economía colombiana no está bien
Según el economista, en los últimos quince años las exportaciones del país no han aumentado en lo absoluto. “Ese déficit cuantioso en la balanza de pagos que se da en Colombia y América Latina destapó el fiasco económico, aquel en el que esta región continental se presentó como la más promisoria del mundo”.
Y se reafirma en que los grandes desajustes de la balanza de pagos, ocasionados por el fracaso de la apertura y los TLC, son los que mantienen rezagada la economía de esta zona.
“En este momento, América Latina no es la zona más promisoria sino la que avanza más lentamente, con crisis de diversa naturaleza en todos los países. Buena parte de eso se debió al fracaso de la apertura económica, que yo recomendé que no se hiciera”, afirma, no sin antes advertir que “La economía colombiana viene de la globalización y de la apertura y está mal”.
“El modelo neoliberal no ha dado los resultados previstos, la economía crece lentamente, tenemos elevados niveles de desempleo y lo más grave es la distribución del ingreso. Colombia está entre los diez países más desiguales del mundo, con un coeficiente de Gini por encima de 0,50; de manera que se tiene una economía que no progresó, no creció, no se modernizó como se predecía”, dice.
Y concluye: “El clamor nacional y mundial es que el progreso llegue a todos los sectores con una reducción de las grandes diferencias de ingresos. Durante 30 años evolucionamos con políticas que impulsaban el crecimiento y la riqueza a cambio de la exclusión de un amplio grupo de la población”.
Así pues, la importancia de este libro radica en que avanza en una nueva teoría basada en evidencia empírica para alcanzar los propósitos de una sana economía. La propuesta gira alrededor del cambio de estructura productiva, la elevación del ahorro y la industrialización con política social de transferencias, que les garantice a los sectores menos afortunados una participación en los ingresos de tributación igual al de la población, una política salarial, monetaria, tributaria que asegure un salario igual a la productividad del trabajo.
DESTACADOS
“Hace 30 años la gente hubiera dicho: “Este tipo es un iluso que está considerando una serie de hipótesis que son simplemente una reflexión, un deseo”: pero hoy, todo lo que dije está siendo confirmado”.
“Si las políticas económicas siguen siendo más políticas que económicas, vamos a seguir soportando una gran desigualdad”.